Ahí viene:
Quemada,
amordazada,
manoseada y
desaliñada.
Fétida,
moribunda,
desmoralizada y
nauseabunda.
Engañada,
ensangrentada,
nómada y
desorientada.
Rasguñada,
por las balas,
los cañones y
metrallas.
Mutilada,
rechazada,
escupida e
ignorada.
Mira al cielo,
busca fuerzas,
se motiva y
reanima.
Cree en ello,
contra todos,
sin apoyo,
ni consuelo.
Se encarniza,
con sus sueños,
ilusiones y
anhelos.
Incansable,
persistente,
luchadora y
soñadora.
Esperanzada,
ilusionada,
se maquilla y
engalana.
Pide espacio,
que la miren,
le enamoren y
la cuiden.
Que la limpien,
la cultiven,
le sonrían y
defiendan.
Está vieja,
a veces joven,
aún añeja,
no le conocen.
Adelante,
camarada,
compinche
enamorada.
Aquí la tienen,
os la presento,
no la empujen,
tome asiento.
Vejezuela,
enaltecida,
bienvenida,
no te vayas.
Eres grande,
irradiante,
mi querida y noble
PAZ.
Por:
José Pablo Vásquez Chavarría